domingo, 13 de octubre de 2019

Microprocesador.

Microprocesador.

Derretí la manteca con el chocolate en el microondas.
El que me derrite sos vos, bombón.
Yani, no te distraigas. Mezclá los huevos con el azúcar blanca y con la negra, sin batir.
Ok.
Fusioná ambas preparaciones...
¡Fusioná! ¡guau! ¿Sos un físico o un cocinero?
Por favor, Yani, dejáme continuar.
Sí, dale.
Agregá la harina tamizada.
¿Y si no la tamizo?
Se formarán grumos. Ahora volcá el contenido en un molde untado con manteca y llevá a un horno medio.
Y un horno medio ¿es?
180 grados centígrados.
Ajá.
Cociná durante 25 minutos.
25 minutos, bien. Y mientras se cocina ¿qué hacemos?
Dejá enfriar...
Yo voy a seguir a 180 grados...
Yani, por favor. Luego colocá la preparación en una procesadora con el ron.
No tengo ron. ¿qué tal oporto?
Se altera la receta original.
No me importa. Ahí van dos vasos... mejor cuatro; que tal.
Como desees. Procesá hasta que se forme una masa uniforme.
¡Vos sos una masa uniforme!
Por último, formá bolitas y pasálas por cristales de azúcar.

¡A tus bolitas las voy a pasar por cristales de azúcar!


lunes, 7 de octubre de 2019

Pronóstico

Pronóstico.

    La tarde daba para caminar, era viernes y quería pensar qué hacer con mi tiempo libre. Así que decidí dar una vuelta por el barrio antes de encerrarme en mi departamento.

Plin, plum, plaf.
—¿Ya estás acá?
—Es el momento propicio para que comiences a aprender otro idioma, Laia.
—¿Y quién te pidió concejos? borráte.
—Es algo que siempre soñaste hacer, así que dale para adelante.
—¡No me alientes! ¡Odio eso!  Rajá, No te necesito.
—Andá a un boliche con tus amigas, Laia. El Sol dice que van a bailar hasta el amanecer.
—Quiero caminar estas cuadras a solas. Desconectate, por favor o te desintegro.
Plaf, plum, plin.
—Bien.
Plin, plum, plaf.
—¡Oh, no! ¡Otra vez!
—Tomá las riendas, Laia y planificá una salida con tu pareja.
—¡¿Eh?! ¡¿Qué decís?!
—Bruno estuvo tan ocupado que, a pesar de sus ganas, no tuvo tiempo de organizar ningún plan de a dos.
—¡Encima lo defendés! ¡Qué sabés vos de ése, plasma descerebrado! ¡Hace una semana que no le hablo! ¡Seguro que ya se transa a otra! Te desintegro ya, plástico de mierda...
—No no. Plaf, plum, plin.
—Ah. Sabés donde te aprieta el zapato ¿no?

    Hubiese caminado unas cuadras más, pero el plástico me cagó la tarde. Así que pegué la vuelta. ¿Por qué carajo lo aguanto todavía?