LA HIJA DEL
ETERNAUTA.
Por
Hugo Rodríguez.
IV
CONFESIONES
Después
de una noche larga de viernes, con preguntas y respuestas, con más dudas que
certezas, Juan, junto con su familia y amigos, decidieron tomar en serio lo
relatado por la viajera del tiempo y
planificaron la semana para prepararse,
ya sea para la fiesta o la 'invasión'. Juan y Elena aceptaron que la otra Martita se quedara en casa, después de todo
no podía andar por ahí con ese traje. Aunque
digitó su costado y el traje quedó totalmente transparente pero ella
quedó desnuda, así que la vistieron con
ropa de su madre, por que las de su 'hermanita' le quedaban chicas. Ajustándolas
un poco, la vestimenta materna se adecuó a su cuerpo. También vistió una peluca
rubia para cubrir su cabeza calva. La joven
del futuro dormiría en su cuarto,
junto a su hermana del presente. Así lo decidieron Juan y Elena, después de
todo cada vez eran menos las dudas de quién era esa muchacha, venida del
porvenir, sino su propia hija.
Cuando Favali, Polsky y Lucas hacía tiempo que se habían retirado y Juan y
Elena descansaban en sus aposentos, las jóvenes aún no conciliaban el sueño.
—Si
quisiera podría quitarme el traje digitando una clave —le comentaba Marta del futuro a su homónima del presente
que estaba sentada a su lado, mientras ella permanecía recostada en una
colchoneta en el suelo—. Marco los números en este teclado que tengo a mi
costado —continuó explicando—. No se ve,
pero se puede sentir su relieve. Los símbolos no se entienden; son dígitos de los 'Ellos' supongo. Yo
memoricé una clave y asocié cada símbolo con un número de los nuestros y así
manejo el resto de las funciones.
La
joven crononauta le enseñó a manipular el traje, de manera tal que este cambió
varias veces de color e incluso de forma: las muchachas se divirtieron. Martita del futuro recordó a
un joven que la esperaba allá y a quién ama. Sabe que su 'otro yo' del presente
lo conoce y que recién empiezan a madurar sus sentimientos por él.
—
¿Ya conociste a Héctor? —La interrogó con picardía.
—
¿Vos también lo conocés? –Respondió, Marta del presente.
—Lo
conozco aquí y allá. No te olvides que somos la misma persona. Lo que sentís y
pensás, también lo siento y pienso yo.
— ¡No me podés decir la clave? —Preguntó
Martita del presente para cambiar de tema.
—No
es conveniente que la sepas —le respondió la viajera con una sonrisa—. Como
comenté hoy en el comedor, es peligroso
que el traje desaparezca. Las dos no podemos ocupar el mismo tiempo y lugar.
—
¿Por qué? ¿Qué puede suceder? —Preguntó nerviosa, su 'otro yo' del presente.
—No
lo sé.
Se
miraron en silencio por un momento. La tertulia de las jóvenes continuó un rato
más, hasta que la Martita del presente se acostó en la cama y las dos se
durmieron.