jueves, 1 de julio de 2021

soy el tiempo

 


Volver D8 5

 

Volver

Me gusta caminar por la niebla, atravesarla, sumergirme en otro mundo. Aquellas deben ser las luces de un colectivo y ese debe ser el tren de las siete. Ni se ve. Es raro, la niebla se espesa a medida que sube el sol, si es que hay sol, y ahoga las voces y los ruidos, tanto que ya ni los oigo. Pero ¿y el rumor bajo mis pies?, ¿qué es? Alguna máquina que se acerca: ¿una locomotora?, ¿una topadora? No. Son golpes... son golpes que parecen pasos.

–¿Adónde vas, D8-5? ¿A respirar nuestra atmósfera?

¿De dónde salió este engendro?

–Yo también extrañaba nuestro planeta. ¡Debemos volver, D8! Hoy es el día. Dentro de un rato no más se abrirá el portal y podremos volver. ¿Te acordás no? ¿Estás buscando eso sí?

Esta mole de chatarra, plásticos y cables, ¡camina y habla! Y su cabeza, ¿dónde está? En algún lugar debe haber una boca, porque apesta a aceite quemado, a cable chamuscado cada vez que dice algo.

–Vamos D8-5. ¡Vos me trajiste a esta mierda de planeta! ¡Vos me tenés que regresar!

–Yo no soy D8-5. Mi nombre es Daniel y no sé qué carajo sos vos ni de qué carajo hablás.

Me mira. Sé que me mira. Desde algunos de esos agujeros y me da miedo.

–Sí, es probable que no seas D8-5. Él no era tan cagón.

El aliento a aceite casi me asfixia. Un asco. ¡Oh mierda! ¡También tiene brazos! Al menos uno, y parece una pala mecánica.

–Así que mejor te aplasto. ¿Qué tal?

–No, no, está bien. Sí soy, D8-5.

Lo dije.

–Mejor así. Entonces vamos hacia el portal: el tiempo corre.

¿Y ahora, para dónde voy? Con todo ese ruido que hace, tiembla media ciudad a cada paso. Si no ven al engendro éste, que lo oigan al menos. Pero no hay nadie. Ni una puta persona.

–¿Vamos bien no, D8-5?

–Sí, sí. Unas cuadras más.

Tengo que ganar tiempo. Alguien tiene que aparecer: algún laburante; una mujer para el mercado; un perro, al menos. No hay nadie en los comercios, mierda. No oigo ni un colectivo. ¡Adónde se fueron todos! ¡Carajo!, y la bestia me sigue bien de cerca.

– ¿Recordás el lugar no, D8-5? No te gusta que te llame así ¿no? Ja, ja.

–Ese no es mi nombre. Me llamo Daniel, ya te dije.

–Claro que no es tu nombre. Es tu número de serie, esclavo. ¿O ya te olvidaste?

Está loco, me lo tengo que sacar de encima de alguna manera.

–Doblemos por acá. Es allá, en aquella esquina.

–Mejor que sea ahí. Te aplastaré como rata, si no.

Y cuando estemos en la esquina. ¿Qué hago?


–Bueno D8 ¿Y ahora?

La puerta del garaje. Lo mando para ahí. Qué se haga mierda contra la puerta.

–Es ahí. El portal ya está abierto. Tirate con todo y pasás para el otro lado. Yo me quedo.

–Como todo cagón. Chau D8.

No me voy a quedar a ver como se hace pelota, me rajo de acá.


¿Qué raro?, ya se tendría que haber reventado contra el portón y no oí nada. ¿Qué pasa con la niebla? Ahí está el sol, carajo. Los colectivos, la gente, puta madre, ¿dónde estaban? Mejor regreso. No soy un cagón.


El portón sigue ahí. ¿Dónde se metió?


No importa.


Yo me llamo Daniel, Daniel Octavio Quintana, ese es mi nombre desde siempre.