jueves, 1 de febrero de 2024

LENGUAJE

 



GERMINAR

 

Germinar


Mi madre tenía la costumbre de hacernos comer hasta el último bocado. Ella misma, al servir, raspaba la olla hasta que no quedara ni un granito de arroz ni un pedacito de verdura o lo que fuera. Luego, una vez la comida en el plato, exigía que cada cual hiciera lo mismo.

A nosotros -tres varones y dos nenas-, esa manía nos molestaba un poco. Aunque jamás nos hubiéramos atrevido a calificarla; tal vez en el fondo, bien en el fondo de nuestras cabecitas, se nos antojaba que se acercaba bastante a la tacañería.

Hasta aquel día en que -oficiando yo de ayudante de cocina, trabajo en el que nos alternábamos rigurosamente- a mamá se le cayó un garbanzo al suelo cuando iba a ponerlos en la olla, y me obligó a buscarlo por todos los rincones, hasta encontrarlo. Entonces protesté. Y fue cuando ella me explicó (todavía me parece oír su voz):

— Hija querida: ¿Has pensado alguna vez en el trabajo que representa ese granito que desprecias? ¿Has pensado en el hombre que aró la tierra para sembrarlo? ¿Y que la sembró luego? ¿Y la cosechó, a su tiempo? ¿Y en el que lo embolsó y transportó al lugar donde pudieran comprárselo? ¿Y en el que luego…? Bah, a qué seguir. Tanto esfuerzo. Tanto…

Yo ya empezaba a avergonzarme. Pero ella siguió, con aquella su dulce voz inolvidable:

— Y no solo ellos, hija querida. No solo los que trabajaron para que tú comieras. En el granito mismo hay que pensar. Se esforzó por germinar. ¿Te imaginas la lucha que debe librar cada semilla para abrirse camino en el duro suelo? Luego se esforzó por crecer. Luchando. Siempre luchando. Tal vez había en él una esperanza. Ésta: la de que tú o cualquier otra persona lo comiera, algún día, y transformase así en diminuta partícula de un ser humano. Tal vez esa esperanza fue la que le dio fuerza para luchar tanto. ¿Y tu quieres ahora defraudar con tu pereza y negligencia la esperanza de ese pobre granito de garbanzo?

Callé y bajé la cabeza. Desde ese día, comer fue para mí algo más que alimentarme. Fue comulgar con el mundo entero.