domingo, 27 de julio de 2014

Microrelatos.


MICRORELATOS.

 

Le dijo Dios al sabio: ‘muy bien, me encontraste. Ahora te toca esconderte a vos’.

 

Los alienígenos invadieron los cielos. Bombardearon nuestras ciudades y en días destruyeron el planeta. Sobrevivimos unos pocos y nos ocultamos en túneles. Logramos capturar a uno de ellos. Es una bestia horrenda, tan horrenda como su alma. Cómo pudo Dios crear engendros como estos. Tradujimos su lenguaje. Sólo nos dio su rango y su planeta de origen: lo nombran Tierra, el tercero e una estrella que llaman Sol.



OTRA VEZ.

Ese día había compartido el sándwich con su compañero mientras le comentaba que había donado los órganos.  Trabajaba en el tendido eléctrico.  Joven, de más de 30. Se electrocutó poco antes de terminar la jornada. Quedó aferrado de los hilos, con los brazos estirados.  Lo descendieron del poste. Estuvo en coma algunos días hasta que autorizaron la extracción de sus órganos entonces, aquel ciego vio con sus corneas y aquel otro, moribundo, vivió con su corazón.

 

MEDUSA.

-Buen día.

-Buenas.

-Upa, hoy no estás de humor ¿no? Ni te peinaste: tenés los pelos que parecen culebras.

-Es que ayer estuve con él.

Ah, ahora entiendo. Y se lo dijiste.

-No, no hizo falta. Lo miré a los ojos y se quedó callado. Duro como una estatua. 

 

-Sargento: lo felicito. Liquidó al teniente. ¿Cómo supo que era un extraterrestre?

-Nac, truc perg tung ac.

 

-¡No! no puede ser Nueva York.

-Sí, Taylor. Regresaste a tu planeta pero, 10000 años en el futuro.

-Mejor cierra la boca, maldito mono.

 

El crono-nauta aplastó, sin advertirlo, al gusano del Cretáceo.

Regresó a la máquina del tiempo y viajó hasta su época.

El lagarto de guardapolvo que abrió la portezuela de la máquina exclamó:

-¡Es un homínido!